lunes, 27 de febrero de 2012

Esta vez fue Morfeo, quizá deje las aguas del Leteo para más adelante...

Sí, esta vez me dejé adormecer por Morfeo y soñé mil cosas... algunas (lo siento) muy graciosas, como que alguien me dijera que yo no era un Mustang (...no me jodas...¿de veras que no soy un caballo?) si no, más bien, por el porte y la rudeza, tendía más a un Hannoveriano... tranquilos, nada que ver con Ernesto. Pero igual de confundido... Y yo pensando que era una de las personas que más me conocía! Qué pena. De verdad me da pena.
Mi mente me juega malas pasadas,(cuánta razón se puede llegar a tener con los conocimientos precisos del tema y mirándome a los ojos), porque mi mente me dice que NO PUEDO MÁS, QUE ESTOY CANSADA DE PELEAR CON EL MUNDO Y DE INTENTAR UNA Y OTRA VEZ HACER LAS COSAS QUE HACE TODO EL MUNDO. Aquí llega mi  Cid Campeador de andar por casa y me dice que me relaje, que nadie hace nada especial en sus vidas (Bueno, casi nadie) aparte de ir a buscar cañas si se ha ido un trozo de choza en la tormenta, cazar por aquello de alimentar a la familia y el resto del día, dormir y hacer collares de cuentas por si viene algún turista perdido y se lo encasquetamos por unos eurillos como "artesanía popular". Que la vida de la Tribu de los Yanomamis es tan simple como la nuestra, pero nosotros, yo, en este caso, nos empeñamos en complicarla con mil y una historia que no suelen llevar a ningún sitio verdaderamente importante.
Otra de las mentiras de mi mente/duende es que A MIS AMIGOS LES DA ALERGIA EL METAL DEL QUE ESTÁ HECHO MI SILLA, otra mentira porque estuvieron, y siguieron con sus vidas, pero sé que están, sólo tengo como cualquier marioneta famosa, que dar un silbidito, y ahí montamos lo que haga falta, desde un café largo, por favor, a un sarao de los de antes pero esta vez merienda-cena, que ya se sabe, los colegios, los niños, los trabajos...
En fin, que mi MENTE ME MIENTE Y ME DICE QUE ESTOY SOLA, y así me siento. Y perdón a los que llamáis y a los que yo no llamo. 


TENGO QUE SALIR DE ESTO, no es una frase hecha, es una realidad como las torres de La Preciosa Sangre. Tengo que tirar y tirar y ponerme una collera y un tapaojos, si es necesario, que no me aparten del camino que marqué cuando decidí cambiar el agua embarrada del tonel donde enfriar mi acero recién bruñido, afilado y liso, cual  espada de Damasco. 
Y esto no es un sueño. Ni Morfeo, ni las aguas del Leteo, ni la Pasiflora que utilizaba mi abuela Concha tranquilizarán mis tendones porque están a punto de saltarme del cuerpo de tensión y de rabia.
Que no se puede estar más tonta para complicarse la vida haciéndole caso a un duende.

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