miércoles, 13 de junio de 2012

Cartas a varios

      Dados mis nuevos pilares, debo explicar que eso conlleva, básicamente, un cambio de actitud, quizá para algun@s, demasiado radical. El cambio de apellidos (quién sabe si se materializará?), la resiliencia, ser fuerte como un tótem a pesar de la pérdida de peso físico, ser india a pesar del rubio de mi pelo, seguir sintiéndome cómo el Principito, sola en un planeta donde crece una rosa y mi misión diaria es deshollinar los cráteres de los tres volcanes, y cuidar de mi rosa, ponerla bajo una campana de cristal cada noche para resguardarla del frío y destaparla por las mañanas para que reciba la luz y el aire y quizá todo lo que a mí me falta.

Me falta... coraje para coger a un híbrido entre percherón y PRE y gritarle al oído - pero tú quién te has creído que eres, para darme consejos sobre cómo escribir, mejor dicho, como no hacerlo, para contarme historietas de lo mal que se pasa tras un accidente o tras un desamor en funciones. QUIEN COÑO TE CREES QUE ERES para venir y no venir, para dejar una mesa puesta, para ... seguir sin saber cómo hablar conmigo? realmente es eso?- Pues perdona, Superman, pero permíteme meterme en el papel de Violet (de Los Increibles) y decirte que tengas cuidado con la capa, no se te vaya a enredar en las aspas de un avión. Por mí, ni te preocupes, si no tienes nada que decir... no lo digas. No seré yo quién te obligue, eso sí, deja de enviarme canciones al arpa porque sigo prefiriendo a Calle 13, La Mala Rodriguez y a Extremo. Yo soy la india, tú un buen padre de familia. Tú tienes dos hijos, yo dos cursos por terminar. Siempre será un gusto verte, aunque nunca se sepa cuando vas a marchar ni cuándo vas a volver. Lo dicho, un gusto.

Me falta...  maldad para decirle a un cuarentón que si no entiende porqué me fui y le enerva que me vuelva a mi tierra, tan sólo puedo recordarle que lo que llevo en la silla es el culo, la cabeza la sigo manteniendo sobre mis hombros, anchos, de india nadadora, sincera y cauta, porque si sigo con el tema o me dejo llevar por mis antiguos instintos... no te salva ni el Espíritu Santo, A M I G O. Así que deja ya de sufrir mi partida y deja de decir que no entiendes nada, porque lo único que se me ocurre es explicarlo yo y, claro, a ti ya te lo expliqué, aunque aún no era consciente de tu sordera selectiva (así empezó mi madre y ahora lleva audífonos, mira a ver) Como decía, deja el cuento porque como me vuelva a preguntar alguien voy a contar la versión real, no la oficial en la que ambos quedamos como personas civilizadas. No tengo más que decir, bueno, que este fin de semana no estoy aquí, así que puedes ir sin miedo a encontrarme.


Me falta... serenidad para preguntarle a un Gitano si sabía cómo estaba transcurriendo el tiempo para ciertas personas, en aquel momento en el que descubrió que los monos (como prenda de vestir) sólo le quedaban bien a los obreros, porque para mí fue una flipada. En serio, fue una flipada lo del mono, y fue una flipada el bautizo del nuevo y precioso hada que ya se va de compras cruzando el charco. Pero sólo fue un "momentito de bajada" luego me agarré a un clavo (o calvo) ardiendo y así pasó, hasta que me quemé y dejé de dar vueltas en círculo y dejé de ponerle nombre a las cosas que ya lo tienen y comencé a usarlos, para dejar de ser un hada y volver a ser una Rankulche, con los pies en la tierra, intentando sobre todas las cosas volver a utilizarlos.


Me falta... valor, coraje y maldad para decir a quien todo me lo da, -déjalo todo y ven- porque no tengo nada que ofrecer y porque tú tienes que arreglar esa preciosidad de jardín que ya está construido, a cuatro manos. Como siempre, unas veces trabaja uno más y otras otro, pero es un trabajo de dos, muy bien hecho. Hazme caso, no te distancies.

Y por faltarme, me falta decisión y arrojo para lanzarme a vacíos dispares que me tienen vuelto el juicio pero, como dije, me sobra cautela, y quizá esté perdiendo oportunidades, pero lo que esté de ser, será, forzar la máquina quedó entre los escombros de los antiguos pilares.

Para el resto, que me conoce, no tengo palabras en esta entrada porque, para mal o para bien, no tengo más bilis que me retuerzan el estómago; miento, para que alguien se lo diga puesto que conmigo no habla desde que soy como Rallito McQueen, a mi vecino, que la escuche, pero que no haga que la escucha, si la quiere conservar, que la escuche, que escuche su mirada y sus manos y, por supuesto sus palabras. Sin más.

 Calma, pues, y a estudiar, que eso sí es real y también necesita tiempo. Es mi futuro.


Por último, como le dije alguna vez a alguien: Si no te gusta lo que has leído no vuelvas a entrar, esta no es mi peor cara. Si necesitas hacer aclaraciones, no tengo secretaria pero, como lo he sido, busca mi mail y desahógate, estamos para lo que haga falta, incluso para explicar el cómo o el por qué de tantas cosas.


Ya sí, ya os dejo, de momento.

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