martes, 5 de marzo de 2013

Una casa, un hogar


         Llegamos a casa de Hestia con un inmenso deseo de comentar lo ocurrido pero unos metros antes de la entrada hallamos a una bellísima mujer. Joven, atlética, alta, fibrosa, con cabello largo y limpio... -Te esperaba, amiga, sabía que a mis invitadas les vendrá tan bien saber tu historia como una tisana caliente y un jergón mullido- La chica sonrió y dijo -Hestia, nunca dejarás de sorprenderme, siempre con algo que enseñar y siempre dispuesta a aprender- a lo que Hestia replicó -Para eso han venido hasta aquí este par de mujercitas, para calmar la sed de sabiduría y aclarar sus dudas humanas, como si aquí tuviésemos soluciones para todo...- 
     Una vez sentada en un comodísimo cojín de tamaño familiar, junto a Leelah, con una taza de infusión caliente entre las manos, la bella joven se sentó frente a nosotras y nos miró fijamente, escrutando cada uno de mis pensamientos y de mis inquietudes y de mis dolores y de mis alegrías...y al fin dijo -Soy Atenea como Hestia, una de las diosas mayores. Durante los primeros años de mi vida (nací con el aspecto que podéis ver) pensé que sólo tenía padre: Zeus. Dios de los dioses. Y mi error se debe a que nací en una especie...cómo lo llamáis los mortales...una cesárea, pero la matrona fue Héfesos, dios de la forja, quien con un hacha de doble filo alivió a mi padre de un profundo dolor de cabeza... Héfesos me dio la puerta de salida al mundo y yo me sujeté a mi padre que me ama como no  lo ha hecho con ninguno de sus hijos; con el tiempo he sabido que en realidad fue el gran Zéus quien engañó a Metis, diosa del mar, una vez embarazada de mí, la transformó en un ser diminuto y se la tragó, pero con el tiempo dio a luz y fui creciendo dentro de mi padre, nadie puede conocerlo como yo, quizá por eso me cuida como lo hace. Nací como mujer, con esta coraza de oro y esta capa bordada con serpientes en mi escudo- calló, dio un sorbo a su taza humeante y me miró fijamente para continuar con su historia -No soy la diosa de la guerra, se me considera diosa de la sabiduría y de la artesanía, estratega e hija del padre, eso dicen, pero también es cierto que me gusta cazar, que por error de ambas maté a mi mejor amiga, Palas, y lloré su muerte. Confundí en una cacería a mi amado con una pieza y también sufrió la certera crueldad de la cuerda tensa de mi arco...A mi hermano... no le conocí, nació antes de que Zeus nos tragara a mi madre y a mí, y era tan bello, tan alegre, poseía la fuerza de atraer multitudes con su risa y no había nadie que le ganase a nada, tanto es así, que Zeus que, como el mismo destino, dicta las normas y las rompe a su antojo, lo mató lleno de envidia y de ira, cosa que volcó en mi madre, claro. Así, como veis, soy diosa que ama, que ha amado y no ha distinguido al disparar sus flechas certeras. Pero hoy sigo siendo Atenea, la misma que ayudó a Perseo a matar a Medusa, la misma que regaló a Belerofonte unas bridas para domesticar a Pegaso y la misma que convirtió a Aracné en ese bicho inmundo como la araña que es, como venganza por tejer un tapiz contando todos los errores de mi padre-.-Aracné nunca fue buena en nada que no tuviese que ver con hilos y agujas, sus dedos lo parecían, y atacar a una diosa mayor con las faltas de su padre, no es buena idea, ya se lo advirtieron- se oyó a Hestia, siempre pendiente de sus invitados aún sin dejarse ver.
      Yo no daba crédito, pero si conocí al mismo Icaro ayer, porqué no iba a estar dejando a Atenea contar su historia y sentir que, como en mi planeta, pasan cosas realmente inverosímiles en el Olimpo. Seguía sin apartar de mí la mirada - ¿comprendes todo lo que he tenido que pasar?, ¿tienes idea de lo que significa todo lo que te he contado? Hay quien me repudia, hay quien me ama, hay quien me defiende y hay quien intenta atacarme... Piensas que Zeus no lo ve todo? Piensas que Zeus permitiría que pasase algo que no debiera ocurrir? Todo, absolutamente todo tiene un motivo y un tiempo  por eso, es mejor dejar el pasado en manos de la misericordia, el futuro en manos de la benevolencia y el presente en las de la providencia... Nada es tan grave, aquí no, y en tu mundo igual o incluso menos, cuando volváis, seguid juntas y, aunque os queda tiempo por pasar aquí, no permitas que nada ni nadie te machaque tu precioso presente porque, al fin y al cabo, es lo único que tienes-.

    -Muchacha descarada!- refunfuñó Hestia trayendo otras tazas de infusión...
-siempre hace lo mismo, aparece cuando la pienso, sí, pero ni adiós dice cuando ha de marcharse!- Parecía realmente una madre enfadada. -Igual la pensaban en otro lugar- me atreví a contestar y ella estalló en una carcajada -tienes razón, todo el mundo piensa en Atenea, para mal o para bien-

   Con su risa y con el recuerdo de tanta información flotando alrededor miré a Leelah mientras se me cerraban los ojos y me acomodaba en aquel fantástico almohadón. Leelah hizo lo mismo y creo que Morfeo pasó a nuestro lado a la vez.


     

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